El Pasillo

30 de agosto de 2012

18 de junio de 2012


Hacía mucho que no escribía. De hecho, hacía mucho que no me permitía ser libre. Para mí, ser libre es poder expresar tus emociones sin condiciones. Sin pensar en que devolución o repercusión tendrán mis palabras, sin tener presente el miedo que cargo a la hora de decir algo. 
Decir sin pensar, pero sin lastimar. Decir sin pensar cosas lindas, espontáneas, sinceras.
Eso!, hacía mucho que no era espontáneo. Siempre analizando todo, calculando posibles resultados, corroborando que cada movimiento sea el correcto. Control de absolutamente todo mi ser, sin que se escape nada. Vivir para especular no es vivir.
Pero algo cambió hace unas semanas. De algo me dí cuenta de manera inconsciente. Sinceramente no sé que fue, pero me sirvió para cambiar. Para ser espontáneo y despreocupado (sin excederme en ello). Hoy puedo decir que disfruto de las pequeñas cosas que me da la vida, o las cosas que yo encuentro por la vida. Puedo disfrutar como corresponde de cada momento junto a la gente a la que elegí para tener a mi lado.
Esa gente cambió también, en este tiempo. Gente que se acercó, tomó de mí lo que necesito y se fue. Gente que vino a poner palos en el camino y también se fue. Gente que aparenta estar y no demuestra interés en saber de mí, cuando de este lado está presente ese interés... Gente que siempre está, y gente que empezó a estar...
Y justamente, con esta gente que empezó a estar, es que volví a ser yo. De a poco, a base de charlas, de encuentros y alguna risa, volví a confiar en la gente. Y esta vez, esa gente no defraudó. Estuvo cuando tuvo que estar, y cuando no era imperiosa su presencia, también estaban ahí.
Pequeños grandes gestos que son esas cosas que realmente demuestran que todavía hay gente que no se queda solamente en las palabras, que las refuerza con hechos concretos. Y eso me da confianza, me da fé. Me dan ganas de volver a ser yo. En realidad, mas que "volver a ser" es un "salir de mi escondite" de donde no quería salir, para no ver la mierda en la que muchas veces se convierte el mundo...
Inclusive, con ellos, estoy volviendo a creer que si estoy haciendo las cosas bien, que no soy yo el que falla.
Y eso me llena de una paz indescriptible.-

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