La intuición es una mierda.
La intuición no te salva, el saber no tranquiliza. Es una trampa muy bien armada. Lo único que calma es la alienación, la ignorancia y la baba. Mucha baba. Pero no. No hay alienación, tampoco ignorancia y la baba no sale a menos que se desconecten muchas neuronas al mismo tiempo de un piedrazo. Dejá la ficha en su lugar, no la saques. Dejala así ordenada que se ve linda y todo. Y no. La sacás, la mirás. Sí, era cómo la imaginabas. Y ahora? Ahora aguantate callado, por curioso.
La intuición es un bicho de mierda, que pica cuando te ve distraído. No lo podés atrapar, no lo podés controlar ni domesticar. Siempre está suelto. Siempre está.
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Él sabía, se dió cuenta. Prefirió ignorar y seguir. Se echó todo encima, al hombro, como siempre hace. Esa soberbia de empleado porturario, que cree que puede cargarse cualquier bolsa a la espalda, como si nada. Nada es todo a veces. A la espalda suya se hizo todo. No hay lamento, todos los días es empleado del puerto.
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Existe un bicho, que está siempre dentro tuyo. Espera, paciente, salir y picar. Pica y arde. Duele. Sangra.
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