El Pasillo

10 de octubre de 2013

El Destiempo.

Llego a destiempo, siempre tarde. Y encima, mala suerte, Castrilli me dirige. Y el Sheriff no deja pasar una. Cobra la falta y, de yapa, me da un reto a la pasada: "Siempre tarde vos, pibe"

Me trago la bronca, tiene razón. Siempre llego tarde a todo.
Llego tarde porque sí, no le encuentro una explicación. Siempre corro, intentando llegar antes, y no. Siempre tarde.

Me sale mas bronca.

Y encima hay quien te dice: "Y... Si hubieras llegado antes", "si hubieras venido a tiempo... Quién sabe, quizás...".
Todos supuestos, todas teorías. Todos científicos que se olvidaron del empirismo, de la experiencia.

¿De qué experiencia me hablan, si llego siempre a destiempo?.

En mi defensa, quiero decir que nunca hay intención real de llegar a destiempo. Es lo único que nunca pude calcular, nunca llego al resultado correcto. Siempre erro, cuando se trata de llegar, y termino llegando a destiempo.

Lo peor no es llegar a destiempo, lo peor es lo que perdés llegando a destiempo. Porque te sacan tarjeta amarilla, otra mas, y no jugás el partido que viene. Porque estirás los brazos, para un abrazo que ya no existe. Porque la palabra de aliento, se la llevó el viento.

Vivir a destiempo, es vivir fuera de fase, fuera de tiempo y de frecuencia. Vivir a destiempo es vivir distorsionado de la realidad. No mucho, pero la distorsión está.

Suena la alarma, me despierto cinco minutos después, ya estoy a destiempo otra vez.

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